Leo Araguz enseñaba matemáticas en la secundaria Coakley un lunes por la mañana en Harlingen, Texas, cuando recibió la llamada que cambió su vida.
"Vas a regresar a Oakland", le dijo el coordinador de equipos especiales de los Raiders, Rusty Tillman. "¿Otra prueba?" preguntó Araguz.
"No, vas a patear."
A pesar de tener múltiples oportunidades para renunciar a su sueño de jugar en la NFL, su destino ya estaba escrito.
Araguz es hijo de inmigrantes mexicanos que hicieron sacrificios para dar a su familia la mejor vida posible. Nacido en Pharr, Texas, Araguz y su familia se trasladaron al otro lado de la frontera, a Reynosa, México. Como a la mayoría de los niños latinos, a Araguz le encantaba el fútbol, deporte que practicó hasta que en octavo grado le convencieron para que probara el fútbol americano. Resultó que tenía un don para los despejes.
Tras su carrera en la Universidad Stephen F. Austin State, Araguz consiguió una prueba con los Vaqueros de Dallas, pero le dijeron que era 'muy pequeño' y que nunca llegaría a la NFL. Eso lo motivó a demostrar que estaban equivocados.
Araguz logró su objetivo y firmó con los Delfines de Miami en 1994 y con los Cargadores de San Diego en 1995, pero ambos lo dejaron libre antes del inicio de la temporada regular. En 1996, viajó al extranjero para jugar con el Rhein Fire alemán de la Liga Mundial de Fútbol Americano (NFL Europa). Tras su paso por el fútbol profesional, volvió a ejercer de profesor sustituto en Texas, mientras buscaba su próxima oportunidad como pateador.
Sus esperanzas de jugar en la NFL volvieron cuando hizo una prueba para los Raiders de Oakland tras la lesión que puso fin a la temporada del pateador Jeff Gossett en la semana 13 de la temporada de 1996. Leo fue uno de los cuatro pateadores que hicieron la prueba, pero perdió el puesto frente a Rich Camarillo.
"Al Davis me dijo que yo era uno de los mejores pateadores que había visto en mucho tiempo, pero que iba a contratar a Camarillo", dijo Araguz. "Fue muy decepcionante, y fue una llamada de atención para que tomara la decisión de dedicarme a dar clases y a entrenar de tiempo completo".
Sus sueños profesionales empezaron a desvanecerse pero el destino le tenía otra sorpresa. Camarillo sufrió un tirón en la ingle durante los calentamientos previos al que iba a ser su primer partido con el uniforme Plata y Negro. Y así, Araguz volvió a la acción.
Araguz debutó en la NFL el 9 de diciembre de 1996, en una victoria en horario estelar en casa contra Kansas City, el primero de sus 51 partidos con los Raiders.
"Estaba paralizado, sabiendo que había estado persiguiendo este sueño durante tanto tiempo', dijo, reflexionando sobre su primer partido. "Entrenaba en días lluviosos, con mucho viento y fríos, pero no importaba porque sabía que algún día, si lo conseguía, estaría pateando en esas condiciones. Entonces, mi primer partido con los Raiders fue un lunes por la noche, lluvioso, con viento y frío. Estar en ese escenario fue un honor y una bendición. Estaba predestinado".
Araguz terminó su etapa con el equipo Plata y Negro en el quinto lugar de la historia de la franquicia con un promedio de 42.9 yardas por despeje. Su nombre también figura en los libros de récords de la NFL por su actuación el 11 de octubre de 1998, contra los Cargadores en el Coliseo de Oakland, donde realizó un total de 16 despejes, la mayor cantidad de la historia en un partido en tiempo regular.
Los Raiders perdían 6-0 cuando realizó su última patada del partido. Su equipo recuperó el balón después de la pausa de los dos minutos en el cuarto cuarto y empató el marcador con una recepción de touchdown de 68 yardas de James Jett. Pero Araguz no había terminado su trabajo.
"Fue una de las jugadas más tensas en las que he participado", dijo Araguz, recordando el intento de punto extra tras el único touchdown de la victoria de los Raiders por 7-6. "Salir al campo para sostener bien el balón, sabiendo que iban por él. Ser capaz de poner ese balón en el suelo y conseguir el punto extra para la victoria, fue sin duda una gran sensación".
Araguz es ahora el orgulloso padre de los estudiantes universitarios Alek y Noelle, y de la estudiante de secundaria Nia, quien practica siete deportes en la misma escuela en la que Leo fue alumno y profesor. Uno de esos deportes que practica Nia es el fútbol americano, donde es la pateadora de la secundaria Coakley. Porta el número 22 en honor a su padre, que usaba el número 2 con los Raiders.
"De la nada, llegó a la casa con un casco y me dijo que quería jugar", cuenta Leo. "No la obligué a jugar al fútbol, ella lo eligió. Esa es la escuela para la que jugué, ahí es donde empecé mi carrera. Es una gran sensación ver a mi niña ahí pateando goles de campo. Es la única chica del equipo y le encanta".
De futbolista a jugador de fútbol americano.
De profesor sustituto a pateador de la NFL.
Los latinos en la NFL son pocos, pero Leo desafió las probabilidades y está orgulloso de haberlo hecho por su "raza" en el escenario más grande.
"Definitivamente fue un honor poder representar a una comunidad de personas que se parecen a mí", dijo Araguz. "Saber que estás ahí afuera haciendo cosas que la gente siempre dudó que fueras capaz de hacer. Si nunca dejas de perseguir tu sueño, todo es posible".
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